La grave situación del país caribeño pone varios interrogantes en relación a las dimensiones político-culturales que construyen y tienen una sociedad.
Es imposible no sentirse llamado a comunicar un malestar por lo que está sucediendo – y es muy posible que cada afirmación no pueda describir y abarcar el «real» de lo que efectivamente sucede en ese país – tanto así como por no entender cuál es la vía de salida de este violento atolladero.
Vale igualmente la pena pensar-nos Venezuela, puesto que en este aquí y ahora se ve nítidamente la manifestación concreta de antagonismo que no encuentran modo de superar las propias posiciones; la puesta en campo de dinámicas y lógicas que mucho se parecen a lecciones de desactualizados manuales; la repetición ad libitum de injustas fuerzas y energías que ya no se sostienen y que no encuentran modos de re-equilibrarse.
Pensar-nos Venezuela es para actuar una nueva inteligencia colectiva que ponga en movimiento hipótesis de convivencia que empiecen, siempre, desde cada uno de nosotros, que encerramos una Venezuela que pide a gritos creativos modos de potenciar nuestro(s) ser(es) en el mundo.
Juan Pablo Santi, para la Red Transatlántica.